miércoles, 30 de noviembre de 2011

HOMOLOGADO, RECONOCIDO, AVALADO Y CERTIFICADO

Sabemos que para trabajar en el ámbito de la orientación sociolaboral necesitamos tener una formación específica, además de una titulación oficial. En realidad, es un requisito del mercado, algo que nos van a pedir que tengamos para demostrar que sabemos asesorar convenientemente a las personas que precisen orientación para su búsqueda de empleo.

Es cierto que lo que importa es que tengamos los conocimientos y las habilidades y cómo las hayamos adquirido debiera de ser irrelevante. Pero no lo es. Normal, tenemos que demostrar que sabemos hacer lo que aseguramos saber hacer y, mientras “jurarlo por Snoopy” no sea reconocido como fórmula de acreditación, y el movimiento sólo se demuestre andando, lo único que nos queda es avalarlo con una formación, a la espera de que nuestra competencia pueda demostrarse en la práctica.

Y es entonces cuando nos encontramos con el papelón de localizar una formación adecuada. Porque lo idóneo sería que existiera una titulación oficial. Pero no existe. No puede existir una titulación oficial cuando ni siquiera existe un acuerdo oficial sobre el perfil profesional. Imposible que exista una formación válida para todas esas entidades y organismos que no son capaces de ponerse de acuerdo sobre quién es orientador u orientadora laboral.

Que no exista una formación válida en todos los ámbitos hace que surjan como setas en otoño, ofertas formativas de variado pelaje y basto contenido. Como las setas, unas son estupendas y otras venenosas. Hay que saber identificarlas, porque tragarse una de las venenosas, aunque no nos mataría, nos haría perder tiempo y dinero. No nos sobra ni lo uno ni lo otro. Así que, atendiendo a consultas que nos llegan a la entidad y para que pueda servir también a aquellas personas que tienen la misma duda pero no nos preguntan, vamos a ver si diseccionamos un poco la oferta formativa y damos algunas pautas para distinguir las buenas setas de las que nos podrían envenenar.

¿Cómo distinguir la buena oferta de la que no lo es? Descartando. Es el método más rápido y más efectivo. Descartemos por entidad, por ejemplo:

  1. Descarta a las que mientan en la publicidad de sus cursos. Por ejemplo, si te dicen que su curso del campo de la orientación tiene una titulación válida internacionalmente, mienten. No hay ningún organismo que tenga competencia para ello. Así de sencillo. Por muy rimbombante que sea el nombre. De hecho, los nombres más rimbombantes suelen esconder intentos de fraude.
  2. Descarta a las que te quieren confundir. Si te dicen que sus cursos están homologados por una NORMA DE CALIDAD, como una ISO, es que te quieren tomar por un pringao (o una pringá). A ver, las normas de calidad se refieren a los procesos. Siempre. No a los contenidos. Que una empresa esté certificada en una norma de calidad, la que sea, sólo quiere decir que sus procesos, la manera en la que actúan en su producción de servicios, cumple esa norma. Es decir, que un curso no se puede acreditar con una norma de calidad de un proceso. El intento de “venderte esa burra” de esta manera, ya supone un motivo más que suficiente para desconfiar de esa formación.
  3. Descarta a las entidades que no tengan experiencia en el campo en el que pretenden formar. Dicho de otra manera, no te formes en materia de orientación en una entidad que también imparta cursos de turismo, de auxiliar de veterinaria, y otros varios como prótesis dentales removibles, inglés para hostelería, manipulador de alimentos o reciclaje de residuos sólidos urbanos, un suponer. El nuestro es un campo muy especializado, aunque haya quien lo vea como una oportunidad de negocio.
  4. Presta especial atención a los reconocimientos que tenga el curso. Ya sabes que eso de la “homologación universal” no existe, pero nunca viene mal que el curso tenga algún reconocimiento de algún organismo serio. En este sentido, como decimos en el punto 1, cuidado con los nombres rimbombantes, suelen ser engañiflas. Lo mejor es confiar en lo de toda la vida: esas universidades que conocemos (y que, si no nos “suenan”, mejor confirmar que existen); así como los gobiernos autónomos y central (Ministerios y Consejerías, vamos) son valores seguros. Una asociación puede avalar un curso, pero, ojo, no nos confundamos, únicamente es una entidad privada que sólo se representa a sí misma y a su base social.
  5. Ojo con lo de las “titulaciones”. Ninguna entidad está facultada para emitir “títulos”. Los títulos sólo los puede emitir un organismo público y están referidos a la formación reglada. Llamar “título” a un certificado privado no se queda en incorrecto, es un intento de engañar al alumnado. La Constitución española establece, en su artículo 149.1.30.ª como competencia exclusiva del Estado, la regulación de las condiciones de obtención, expedición y homologación de títulos académicos y profesionales. (Ver: http://www.educacion.gob.es/educacion/sistema-educativo/expedicion-titulos/titulos-no-universitarios/organos-competentes.html). Así que, ya sabemos, “títulos” únicamente son los emitidos por el Estado. Si no son oficiales, no son títulos, en todo caso “certificados de aprovechamiento” o similar.
  6. Especial atención a los “Master”. Hay proliferación de “master”, con eso de que se pusieron de moda y parecía que eran casi obligatorios. Todo por culpa de los MBA (Master Bussines Administration). Como si cualquier Master, por el mero hecho de denominarse así fuera equivalente a un MBA. Es que nos lo creemos todo. Como norma general respecto a los “Master” que nos quede claro lo siguiente: o lo imparte una Universidad Oficial o mejor pasamos de ellos por caros, pretenciosos y poco eficaces. Se les va la fuerza en el nombre.

Descartemos por curso:

  1. Discrimina siempre por contenidos. Analiza los temarios. Fíjate bien en que estén bien estructurados y, siempre que lo necesites, pide ampliación de los mismos. Normalmente la entidad te podrá facilitar un temario extendido más amplio que el que publican.
Es importante que prestes atención a los objetivos del curso, las personas a las que se dirige y su finalidad. Hay que ver los cursos con la mayor objetividad, no siempre ese curso que encuentras es justo el curso que necesitas. No conviertas un curso en lo que no es. No hay que elegir un curso determinado porque hemos querido ver en él a ese curso que necesitamos. Si no lo analizamos bien, podríamos dejarnos llevar por nuestra necesidad y que el curso no sea lo que más nos conviene.
  1. El precio es importante, obviamente. Pero este es un punto donde el criterio es muy particular y subjetivo. Lo que a una persona le puede parecer muy accesible a otra tal vez le parezca carísimo. Lo conveniente es valorar la inversión en tiempo, esfuerzo y dinero que estamos en disposición de emplear en función del beneficio obtenido. Es un balance que tendrás que hacer en solitario, la decisión es únicamente tuya.
  2. Fíjate en el profesorado. Es importante conocer un perfil de los docentes. Está claro que la entidad les pondrá por las nubes, pero te aportará muchos datos que te ayudarán a valorar su capacidad y competencia y, por qué no, también cómo te caigan. La mayoría de las entidades que imparten formación disponen de perfiles del profesorado. Si no los ves, pídelos y, si no te los envían, sospecha…
  3. Por principio, descarta aquellos cursos que no utilicen un lenguaje inclusivo. “Orientador Laboral”, “Técnico en Orientación Laboral” y otros masculinos genéricos. El correcto uso de un lenguaje no sexista es un requisito inexcusable del personal de intervención sociolaboral. ¿Cómo va a formarte bien en la materia quien no tiene en cuenta algo tan fundamental? Si no fuera por lo triste que resulta, nos reiríamos mucho con esos centros que ofertan cursos de “Formador”, “Experto”, “Técnico”, y que también tienen otros en materia de “Igualdad”. Sí, sí, yo también he visto en los objetivos de un curso dirigido a mujeres la siguiente explicación: “Los participantes, una vez terminado el curso, serán capaces de…” Ya, es como lo de aquella página web a la que otorgaron un premio a la “web más inclusiva” y que recibía a las visitas con un “BIENVENIDO” descomunal (por supuesto, a algo así no lo llamaríamos nunca una decisión acertada).
  4. Analiza la metodología de impartición del curso. Si es a distancia, hoy en día es muy recomendable que también sea Online. Hay que familiarizarse con las llamadas NTICs, en nuestro campo son imprescindibles. Valora en positivo que la entidad tenga su propia plataforma formativa.
  5. En los cursos a distancia, preocúpate de informarte sobre si el sistema te facilita una comunicación fluida con el tutor o tutora. Es importante que exista una real interacción si quieres aprender.

Y si finalmente te decides por un curso determinado, no olvides que la responsabilidad fundamental es tuya. Préstale atención, sácale el máximo partido posible, algo que, sin duda, está en ti, en buena medida.


 Fuente: AOSLA-Gizalan. Asociación Profesional de Orientadores/as Socio Laborales